Los plomeros, gasistas y todos aquellos que trabajan con caños y tuberías en general, desde las aplicaciones más sencillas hasta las industriales, petroleras o mineras, por ejemplo, cuentan con diversas llaves ajustables para facilitar su tarea.
El auge de las llaves ajustables, hoy imprescindibles para este tipo de trabajos, comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el inventor norteamericano Daniel Stillson patentó la herramienta que lleva su nombre en 1869. Aún en nuestros días, la llave Stillson es sumamente popular, especialmente en Estados Unidos.
Pero no es la única…
La historia de la auténtica «llave de caño»
Del otro lado del Atlántico, muchos países europeos se encontraban aún lejos de disfrutar los adelantos de la Revolución Industrial, y uno de ellos era la hoy pujante Suecia. En 1887, un pionero llamado Johan P. Johansson decidió no emigrar a Estados Unidos como muchos de sus compatriotas suecos, y en cambio montó su propio taller de reparaciones en un pueblo cerca de Estocolmo, aprovechando su experiencia previa como peón, montador de máquinas y maestro herrero. Con el tiempo, su taller se haría famoso en todo el mundo.
Por entonces, los trabajadores tenían que llevar consigo muchas herramientas diferentes para cubrir todas las dimensiones imaginables de tuberías, tornillos y tuercas. Johansson no podía afrontar el gasto de un juego completo de herramientas para sí mismo y sus empleados, por lo que se vio obligado a encontrar una solución a este problema.
De su hábil imaginación surgió entonces una enorme herramienta a la que llamó «la mano de hierro», que Johansson empuña en esta foto.
Se trataba de la primera llave ajustable de dos ramas diseñada especialmente para caños, cuyas mordazas permitían manejar tuberías y encamisados de variadas dimensiones. Pero el invento venía con un aditamento extra: además de condensar en una sola pieza una multiplicidad de herramientas de medidas diferentes, la «mano de hierro» también se podía usar como herramienta de sujeción de caños, una característica que la hacía superior a las llaves de una sola rama usadas en la época, típicamente la inventada por Stillson.
La llave de caño de Johansson, la primera de sus casi 100 inventos, fue el prototipo de lo que hoy se conoce como «llave sueca» o «llave de tubo de patrón sueco», y recibió su patente el 17 de agosto de 1888, por lo que acaba de cumplir 130 años.
¿En qué consiste la llave de caño?
Esta ingeniosa herramienta presenta dos ramas de forma y construcción diferente:
- un mango
- una varilla de ajuste
La varilla de ajuste tiene una tuerca de regulación que se usa para cerrar las mordazas móviles alrededor del caño o elemento de sujeción (por ejemplo, una tuerca hexagonal).
La tuerca de regulación es precisamente la que permite ajustar las mordazas al tamaño deseado por medio de su movimiento ascendente o descendente a lo largo de la varilla, y también posibilita el bloqueo de la llave en la posición deseada.
Cuanta mayor presión se aplique en el mango, mayor será la fuerza de sujeción de las mordazas, al punto de hasta ser capaz de sostener el peso de una persona adulta parada sobre la herramienta.
Las mordazas presentan un dentado progresivo para obtener un agarre potente y seguro de la pieza de trabajo, y el diseño mismo de las mordazas se adapta no sólo a diversas formas de objetos (redondos, cuadrados o hexagonales) sino también a espacios reducidos.
Llave de caño versus llave Stillson
Con las características de mayor fuerza y seguridad que acabamos de apuntar, la llave de caño supera las prestaciones de una llave Stillson. Veamos por qué.
En primer lugar, consideremos el torque que pueden transmitir una llave de caño y una llave Stillson para un mismo esfuerzo aplicado.
Como muestra la figura, el torque se define como el producto de la fuerza que ejerce el usuario por una distancia que determina el brazo de palanca para trasmitir esa fuerza. Por lo tanto, de la fórmula del torque se desprende que cuanto mayor sea esa distancia, mayor será el torque transmitido. Si comparamos la longitud total de una llave de caño con una llave Stillson de similar tamaño y apertura de las mordazas, comprobaremos que la de caño es entre un 30-40% más larga.
Claramente, su mayor largo es la razón de la mayor magnitud de torque obtenida cuando se aplica la misma fuerza a ambas llaves.
Por otra parte, revisemos las consideraciones de agarre. La tuerca provista en la varilla de ajuste de la llave de caño cuenta con un tope de seguridad que no solo impide que se caiga la tuerca, sino que brinda un mecanismo de regulación de apertura de las mordazas que es mucho más preciso y seguro.
La llave Stillson carece de tope de seguridad para la tuerca, por lo que en el aspecto considerado no puede prestar la misma performance que la llave de caño.
¿Y qué decir del diseño? Por un lado, algunos fabricantes reconocidos ofrecen llaves de caño cuyas mordazas tienen un diseño patentado de dentado progresivo formado por dientes angulados agresivamente hacia el interior. Además de garantizar un agarre óptimo en caños de todos los tamaños, este diseño del dentado evita deslizamientos involuntarios sobre la pieza sujetada.
Por otro lado, y contrariamente a lo que podría suponerse debido a su longitud, una llave de caño es apta para usar en lugares estrechos y/o confinados. Eso es posible gracias a los diversos modelos que ofrece actualmente el comercio, ya que podemos encontrar piezas con distintas geometrías de cabeza, cuyas mordazas estilizadas están orientadas a 90 y 45 grados, estas últimas, facilitando el trabajo en esquinas y rincones.
Finalmente examinemos los detalles de construcción, ya que otra duda que podríamos plantearnos es si una herramienta tan larga es pesada y difícil de maniobrar. A tal efecto, los fabricantes ya han abordado este cuestionamiento y hoy en día ofrecen sus llaves de caño con diseños de construcción que lograron reducir su peso en un 40% con respecto a la llave Stillson y otras usadas en plomería y tareas afines. La novedad viene introducida por mangos cuyo exterior está fabricado en chapa resistente de acero plegado recubierto de material plástico para ofrecer un agarre suave, antideslizante y, en algunos modelos, hasta ergonómico. El alma de chapa plegada brinda una alta resistencia gracias a la aleación de acero que presenta, y es mucho más liviana que una herramienta de tamaño y material similares, pero que está provista de un mango de sección maciza.
Tipos de llaves de caño
Como ya adelantamos, existen varios tipos de llaves de caño con distintos diseños y tamaños que se adaptan a todas las necesidades. Examinemos los principales, basándonos en lo que ofrecen los fabricantes más reconocidos.
Usos de una llave de caño
Las características exclusivas de apertura y agarre (este último medido según el diámetro de caño recomendado) de estas herramientas las hacen sumamente útiles en una inmensa variedad de aplicaciones en instalaciones de cañerías, sujeción y ajuste de diversos tubos, varillas, y todo tipo de piezas de sección circular. A continuación mencionamos solo algunas de esas aplicaciones.
- Instalaciones industriales y domiciliarias de agua, gas, aire comprimido y vapor
- Industria de la construcción
- Talleres mecánicos, para trabajos sobre el tren delantero de vehículos
- Redes de incendio
- Tareas de mantenimiento en instalaciones petroleras y minería
Aunque el prolífico inventor Johansson marcaría otro hito fundamental con el patentamiento en 1891-1892 de la más exitosa de las llaves inglesas (precisamente la que lleva en su bolsillo en la primera imagen de este artículo), sin duda su primitiva «mano de hierro» estableció los cimientos para la línea ergonómica de alta calidad que algunos fabricantes ofrecen actualmente. Con sus secciones de acero huecas y la geometría de sus mordazas especialmente templadas con gran robustez, estas llaves de caño son líderes en su campo por la simple razón de que, después de 130 años, la patente de Johansson del 17 de agosto de 1888 aún no tiene competencia.
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